“Sí ,quiero”. Mágicas palabras que anteceden a la unión matrimonial. Pero lo complicado no es llegar hasta aquí, lo complicado es…mantenerlo.
Según las estadísticas, España, ocupa el quinto puesto de mayor tasa de divorcios en Europa, con un 61% de rupturas matrimoniales en 2014. Espeluznante ¿verdad?
Pero…¿Porque esta indiscriminada tasa de rupturas de pareja? ¿No quedamos que era para toda la vida? ¿Qué es lo que está fallando?. Los factores pueden ser múltiples y diversos, yo pasaré a analizar, los más frecuentes:
1. Parejas que se casan SIN CONOCERSE: Y vosotros me diréis, ¿Eso como va a ser?¡Si los matrimonios por conveniencia en nuestro país ya no se estilan…! Vale. Cierto, pero..¿Cuántas parejas en en siglo XXI que estamos, conoces, incluso tú mismo, que se han casado sin convivir previamente? Cientos, miles, millones. Qué bonito todo, que romántico e ideal. Que error más garrafal…
El enamoramiento del inicio, está muy bien, todo sexo pasión y mariposas de colores. Precioso, a la par que jubiloso. Pero tras esa fase, vamos quitándonos las máscaras de la seducción y vamos descubriéndonos como somos en realidad. Si cuando llega ese momento, nos vemos un ratito y te dejo en tu casita con tu mami y tu papi, aquí paz y después gloria.
Porque convivir, es otra cosa. Compartir facturas (nada romántico), compartir tareas domésticas (porque se comparten lo sabéis ¿no?…), oír un pedete loco, un eructo remolón, abrir el w.c y pillar a tu idilizada pareja en el trono….etc, etc, etc.
Cuando llegas a casa, cansado del trabajo, con un pestoso día de perros, sueltas sapos y culebras. ¿A quién? A tu amado/a, que te espera con la bata de pelillo, las zapatillas de estar en casa y los pelos de “que agustito estoy cuando nadie me ve….”. Y es lógico, y comprensible, aunque no debe ser la tónica y hay que evitarlo, pero…la confianza da asquilllo, eso es así.
Las salidas de marcha y bailes frenéticos hasta el amanecer se acaban progresivamente, porque reconozcámoslo, ya la edad va cambiando nuestros intereses, y ahora te apetece acurrucarte junto a tu chati y ver unas pelis. Además, las facturas de agua,luz, compra del mes, comunidad, alquiler/hipoteca, etc…son prioritarias y ya no derrochas como antaño.
Para ahondar más en el maravilloso tema de la convivencia y algunos truquillos te recomiendo leer 20 consejos para la convivencia en pareja. Seguimos….
2. No existe cultura de la terapia / asesoramiento de pareja en nuestro país: Eso es una realidad, en otros países como en latinoamérica, por ejemplo, las parejas están muy concienciadas, de que si empiezan a cojear, o simplemente como PREVENCIÓN (que palabra tan maravillosa), para mejorar la calidad de la relación, hay que acudir a un profesional especialista en ello, igual que no nos sacamos las muelas con los pomos de las puertas…
Y… ¿Qué pasa con esto? Pues que las parejas, no vienen con manuales de instrucciones. Los cursillos matrimoniales de las iglesias, no tratan temas cotidianos de máxima necesidad, sobre cómo gestionar los conflictos cuando vienen (si fuese así, otro gallo cantaría) y en los matrimonios civiles no existen. Cuando vienen las aguas bravas (que vienen SIEMPRE), no sabemos como gestionarlo, y claro, ahí cada uno hace lo que puede, con toda su buena voluntad…y el deterioro de la pareja empieza.
No queremos contar nuestras intimidades a un extraño, (la realidad aún vigente de los psicólogos, increíble pero cierto) y si es de pareja, menos aún. Y en muchos casos cuando decidimos hacerlo, como último cartucho, la cosa ya es insalvable.
3. Mitos y expectativas irrealistas alrededor de la pareja: Existen mitos sobre el amor, la pareja y la vida en común, que hacen mucho daño y generan unas expectativas, surrealistas y de peli de A3 romanticona, que hacen mucho daño a la pareja y originan miles de rupturas. El pensar, que con el amor basta, que él otro es un ser sin defectos, un príncipe/princesa de cuento de hadas, que el romanticismo estará siempre presente y que el simple hecho de casarse implica un PARA TODA LA VIDA a tripas, sin más nada que hacer, ni que currar. Mal asunto. Pensamos que la firma de matrimonio, es una firma de compra-venta y …de eso nada monada.
4. Baja tolerancia a la frustración: Dicen nuestras abuelas, que ya no aguantamos nada. Y quizás, tengan algo de razón. No se trata de “aguantar”, como el concepto de “ver, oír y callar” y tantas cuestiones que se llevaban como lastres en los matrimonios antiguamente, y no digas ni pío, que “eso es de puerta para adentro”. El divorcio era tema tabú, inconcebible, incontemplable. Si tu pareja y tu erais incompatibles, te aguantabas y arreando que es gerundio. No es eso. En absoluto. Pero es cierto, que cuando algo se normaliza, y se puede hacer de manera natural, en muchas ocasiones, se frivoliza y se hace de manera automática, sin pensar en nada más, como si el divorcio fuese la única solución.
A ver. Hay que puntualizar que no incluyo, ninguna forma de maltrato. En ningún caso. Dicho esto, los problemas cotidianos, los roces, las cositas pequeñas que se van haciendo pelotones enormes, pueden arreglarse. SI BUSCÁIS AYUDA. SI OS IMPLICÁIS. SI CEDÉIS. SI QUERÉIS. Pim, pam, fuera, “Quiero el divorcio”, no es lo más adecuado. Hay muchos matrimonios que podían haberse salvado. SIN DUDA.
5. “Cuando nos casemos cambiará”: “Cuando sea padre/madre, cambiará”….Que pena. Que chasco. Porque la realidad tú ya la conocias. Si te pregunto desde cuando se comporta así o tiene tal o cuál comportamiento o consume sustancias, tú me dirás que desde siempre….No hay mucho más que añadir en este punto. No te engañes. El matrimonio, no es un ente transformador de nadie. No es magia. Si no te gusta como se comporta ahora, sino te suma ahora, no lo hará mañana. Y no, no me vale, el miedo a “quedarse para vestir santos” Más vale solo/a….
6. Infidelidad: Es una causa. En realidad, mas bien yo diría que es una consecuencia de una serie de cuestiones previas, tales como falta de confianza, de comunicación de amistad, de compromiso, que acaba en traición. Y aunque puede solucionarse, el caso es que en muchos casos, da lugar a la ruptura.
No obstante, dicho todo esto, quiero resaltar que es posible salvar una pareja, y también lo es divorciarse de manera civilizada. Tanto si hay hijos como si no, creo que merece la pena.
No dudes en contactar conmigo, si puedo ayudarte en alguno de estos procesos.
Más info, aquí.
1 comentario
Silvia · 26 enero, 2015 a las 17:20
Muy buen artículo!
Ojalá algún día todo esto no caiga en saco roto y las parejas empiecen a concienciarse de que eso del “amor para toda la vida” no está garantizado en ningún caso…