psicologo

Si necesitamos un cambio de look, acudimos sin problema al peluquero. Si los dientes nos hacen la puñeta, aunque remoloneamos al final acabamos en el dentista. Si estamos hartas de depilarnos en casa desembolsamos un buen dinerito en el láser de ultimísima generación que asegura no más vello para toda la eternidad. Si además como mujer presumida que eres, te gusta llevar bien las manos, esa manicura no puede lucir más que intacta y cada quince días acudes a que te la arreglen. ¡Las manos son primordiales!

Si la contractura que lleva un tiempo molestándote, persiste, al final acabamos en el fisio que fulanito de tal nos ha dicho que es caro, pero que es el mejor y en un par de sesiones te dejará como nuevo.

Si se acerca el veranito, o tienes un evento cercano, lo mejor es ir a hacerte una limpieza facial, hace siglos que no vas y no puedes aplazarlo más.

Podría seguir poniendo ejemplos, hasta el fin de los días. Ejemplos cotidianos, de profesionales a los que acudes sin pararte a pensar si es un gasto extra o no, vas y punto, lo catalogas como básico e improrrogable y se acabó. Si es un desembolso un poquito más caro, lo justificarás diciendo que es el mejor profesional y que tu quieres resultados con calidad, así que la calidad cuesta un poco más. Fin de la historia.

Pero cuando lo que tenemos entre manos es nuestra salud mental en un sentido amplio, la cosa cambia. Aquí empezamos a negar que pase nada. Dejamos el tiempo correr. Y el paso número uno cuando ya te encuentras mal mal y empieza a resentirse tu día a dia, es ir al médico de cabecera. Por supuesto. Es el profesional que corresponde cuando no puedes dormir por la noche, te pasas el dia agobiado o lloras por cualquier cosa. Es de cajón. El médico de cabecera, es a quien hay que acudir. Y tras su correspondiente receta de ansiolítico o antidepresivo “muy flojito”, eso sí, sea por la cuestión que sea, te vas a casa tan campante pensando que el tema está solucionado.

Y entonces, te enchufas tus pastillotes “flojitos”, para curar tu mal de amores o tu ansiedad desmesurada, y cuando te acabas la caja te dices: “Esto no funciona, me encuentro igual”. Entonces existen varias alternativas.

  1. Vas de nuevo al bueno del médico de cabecera, para pedirle “algo más fuerte” porque lo que te recetó, no te hace ni cosquillas.
  2. . Decides que vas a probar otra vía, porque además las pastillas te dan sueño y tú sigues con tu honda pena o tu gran ansiedad, y pensando. Porque lo importante es que los pensamientos no se van….

La otra vía, puede ser buscarte a ese que te han dicho que echa las cartas, que seguro que te dice que puñetas te pasa, o acudir al otro que te han dicho, que es fabuloso que te manda unas gotas y tan ricamente oye.

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Dando un voto de confianza demasiado pronto, puede que caigas en la cuenta de que existen unos profesionales, que llevan varios años de estudio y práctica trabajando para ayudar a las personas en su bienestar psicológico….¿Cómo se llamaban? ….PSICÓLOGOS, eso.

Pero no te fías demasiado. A tu vecina del quinto le fue muy mal con uno, y al final acabó dejándolo, total, salía igual que entraba, no le curaba nada y encima no le mandaba pastillas…un cromo vaya, y carísimo…

Es que ir al psicólogo, es un gasto innecesario, porque además son caros, y si tengo que elegir entre un tratamiento para encontrarme mejor o unas mechas este mes, elijo las mechas por descontado.

Y ahora que recuerdas, al psicólogo van los locos. Los que tienen traumas infantiles y secretos inconfesables y cosas “raras”. Total, lo tuyo es una ansiedad galopante que no sabes de donde viene, pero con unas pastillitas se pasa SEGURO, es lo más normal del mundo. Tu madre además, toma esas pastillas tan flojitas para dormir, que le van de lujo y te ha dicho que te las compres….

Y así, entras en el bucle infinito, cuyo objetivo último es NO IR AL PSICÓLOGO NI A TIROS. Es preferible ir a cualquiera, que sin ninguna formación se preste a tratar algo tan importante y delicado como lo son tus emociones. Pero claro, aunque sea igual de caro, es que ahora se lleva más eso, es más chic. Una imposición de manos o unas palmaditas en la cara y todo listo. Y así estamos los psicólogos, rodeados de listos que han visto la panacea, alcanzando cotas escandalosas de intrusismo profesional. 

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Y esto, es responsabilidad de todos. Nuestra como profesionales, por permitirlo y no ir uno por uno denunciando por mala praxis. Y otra tuya. Por ponerte en manos de cualquiera. Por no acudir al profesional que corresponde como siempre haces, probando todo antes y cuando ya no levantas cabeza, alguien con un poco de sentido común te dice: ¿Por qué no vas al psicólogo….?

Pero no irás porque:

  1. Aún en 2016, existen creencias erróneas que impiden que la figura del psicólogo se vea como NORMAL Y NECESARIA. En otros países, mucha gente tiene su terapeuta de cabecera.
  2. No estás tan mal. 
  3. No te va nada, contarle tus intimidades a un extraño, mejor se las cuentas a tu peluquero que ya hay confianza y matas dos pájaros de un tiro.
  4. No tienes dinero para invertirlo en un psicólogo.

Todas estas justificaciones y muchas más que puedan surgir, no son más que autoengaños para EVITAR ir. Pedir ayuda en materia psicológica no es fácil. Reconocer que tienes un problema tampoco. Ambos son necesarios para acudir al psicólogo. He aquí pues, dos de las barreras principales por las que las agendas de los psicólogos tienen bastantes huecos y la gente cada vez tiene más problemas psicológicos y por ende sufre más.

Es mi profesión, que voy a decirte yo. Pero está claro que para mi, la calidad de vida y el bienestar mental son los principales pilares de mi vida. Todo lo demás es complementario. Esto no es más que una cuestión de priorizar y sobre todo de tomarnos en serio y estar dispuestos a TRABAJAR para aprender a gestionar nuestro mundo interior.

Dolor-y-depresion

Las farmacéuticas se forran y las pastillas tienen tanto éxito porque son el camino fácil, sin esfuerzo podemos encontrar el alivio inmediato de la evitación de nuestros problemas, sin plantarle cara a nada y mirando para otro lado, nos estamos convirtiendo en una sociedad medicalizada y creemos que el estar empastillados es la alternativa más eficaz para cualquier situación. Lejos de la realidad, además de generar esclavos a las sustancias, la química no soluciona nada, y la pelota seguirá ahí haciéndose cada vez mayor.

Aquí te dejo mi vídeo sobre “Cuándo ir al Psicólogo”. 

Ya sabes que, YO TE AYUDO, TÚ ELIGES.

Besos.

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Sara


Sara

Enamorada de la vida y de las pequeñas cosas.

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