Liberar la culpa, sellar heridas y acallar pensamientos que recriminan, que hieren y que solo sirven para hundirte más en un pozo de victimismo y oscuridad.
Recordar, que eres humano, que cometer errores te hace tal, que es importante aprender de los tropiezos y que solo así puedes aprender a caminar.
Has herido, es posible, quizás nunca seas perdonado por el otro. Nunca tuviste intención de que al final las cosas saliesen de esta manera, nunca hubo maldad en tus actos, pero cruzaste la linea, esa que divide lo moralmente aceptable de lo que no que no lo es.
Tal vez en tu ceguera, rompiste un pacto de lealtad, de amistad, traicionando así la confianza de quien no esperaba eso de ti.
Ahora ya pasó. Sabes que lo hiciste mal. Ojalá pudieses borrar el pasado, pero es imposible. Solo queda la esperanza de ser perdonado, de enmendar lo causado.
Pero antes, tienes que concederte tú también ese favor. Perdonarte. Sólo así podrás aspirar a eso mismo del otro. Si no lo logras, tendrás que convivir contigo para siempre. Tú eres lo único que te queda.
Deja de justificarte, de coger las armas para la defensa, de intentar ahogar lo que sientes por sentirte más fuerte. Ahora toca liberar, avanzar y abrazarte con compasión y amor. Sólo así podrás crecer, solo así habrá servido de algo.
Comienza una nueva etapa, sereno, más maduro y más sensible al dolor ajeno, al propio, siendo más humano y sólo podrás conseguirlo…cuándo te hayas perdonado.
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