Nunca fue mi sueño de pequeña, ni la profesión que me quitaba el sueño de adolescente. Nunca pensé que sería a lo que dedicaría mi vida. Sin embargo, aquí estoy, dedicándola a la que hoy es mi pasión. Avatares del destino, me hicieron llegar aquí, y aquí estoy disfrutando al máximo de una profesión muy dura y la vez sumamente gratificante, que hoy es un pilar fundamental de mi vida, que define quién soy y lo que disfruto haciendo; LA PSICOLOGÍA.
Mal entendida aún por muchos, tema tabú para otros, la psicología se confunde con tratamiento para solo unos pocos, para “locos”, dementes o extremadamente perdidos.
Lejos de la realidad, en mí día a día profesional, trabajo con personas con dificultades cotidianas, con cuestiones que forman parte de la naturaleza humana, como el desamor, la apatía, el amor propio, la pareja, la mala gestión emocional…
Muchos son, los que podrían beneficiarse de mi profesión si realmente la conociesen, si no se basasen en creencias obsoletas y absurdas sobre qué es un psicólogo y cuando acudir a él.
Sin embargo, ayudar a otros a encontrar su camino, no es tarea fácil. Para ello es esencial estar al cien por cien, afinar tu propio mecanismo cada día, estar a punto y reconocer cuáles son las áreas que necesitas mejorar como persona, ya que esas son las que te impulsan como profesional.
No puedes ayudar a alguien a gestionar sus emociones si tu vida está desequilibrada, es una incoherencia, que me consta que se da en algunos “compañeros” de profesión, pero para mí es fundamental. Aplicar cada cosa que recomiendo en mi misma, probar su validez, ser flexible y no basarme en tratamientos ni protocolos estandarizados, rígidos e inflexibles, sino coger en cada momento lo que en cada momento y cada persona necesita, sin hacer ascos a nada, con la mente abierta a cualquier corriente o disciplina que pueda ayudar en cada caso en cuestión.
En la universidad poco o nada aprendí. Al menos nada útil para la rutina profesional. Es después, con el reciclaje y la formación continua que los psicólogos requerimos, cuando descubres un mundo de recursos a tu disposición, basándote siempre en el sentido común y la humanidad como mejores amigas y consejeras en la ayuda a los demás.
Sin varitas mágicas y sin recetas bajo el brazo, afronto mi trabajo como una simple mediadora, mediadora que ayuda al cambio, a aquellas personas cuyo momento vital es el adecuado, ya que no todos están preparados para hacerlo. Empeñarse en que alguien cambie aquello que consideramos que es susceptible de cambiar, como poseedores de la verdad absoluta, vendiendo vidas mejores, sin apreciar que cada persona tiene su proceso, requiere su tiempo y elige su camino, es el peor obstáculo con el que la buena fama de la psicología se enfrenta hoy en día.
Como psicóloga, de profesión y humana de base, me planteo cada nuevo día de trabajo con personas que sufren, como un nuevo día de aprendizaje. Porque todas y cada una de las personas que he conocido desde que inicie mi proyecto profesional, me han enseñado algo. De todas aprendo. Abro los ojos cada mañana y me enfrento a cada sesión, como alumna de infinidad de cuestiones que estas personas me hacen llegar. No soy maestra de nada, solo tiendo mi mano, para de manera humilde, poder guiar a aquellos que gusten, por senderos que a mi personalmente me han funcionado. Sabedora de que cada uno somos un mundo, y conocedora de que la complejidad de la psique humana y sus razones aún es desconocida, en un porcentaje, que nombrarlo siquiera daría miedo.
Muchos son los días, que me planteo si dedico mi vida a lo que verdaderamente me llena, si no sería más fácil atender al público en algún negocio ajeno, sin complicarme la vida, sin tener que ahondar entre las capas más profundas de aquellos que se pierden y me piden ayuda para reencontrarse.
Pero cuando acaba la semana, cuando camino hacia casa tras una jornada de sesiones, sé que estoy en el camino que me corresponde. Sé que solo así soy feliz. Que es mi destino y mi viaje ya solo podrá ser en esta dirección, acompañada de esta disciplina que me apasiona, y usándola a mi manera de entenderla, como yo sé hacerlo. Es lo que mejor se hacer y lo único que me permite estar en consonancia con mi vida. ¿Es esto encontrar tu pasión y tu vocación? Debe ser así.
Mi trabajo me salva de mis propios demonios, me ayuda a “ayudarme” cada día y además me brinda la oportunidad de mirar cara a cara a la vida y darme cuenta de que nada es tan importante y de que todo lo es al mismo tiempo, de que las pequeñas cosas son las que marcan la diferencia y nos llenan de aquello que todos buscamos y que no sabemos que ya tenemos al lado, pero que solo necesitamos saber mirar; la felicidad.
Dedico esta entrada a todas las personas con las que he trabajado, con las que trabajo en la actualidad y con las que trabajaré en el futuro.
Mi más sincero agradecimiento, por abrir vuestros corazones y vuestra vida en canal para confiármela. Gracias por aportarme todo lo que me aportáis en cada encuentro, y gracias por demostrarme que mi profesión SIRVE y es posible encontrar la luz al final del túnel.
1 comentario
>Lorena · 14 junio, 2015 a las 14:45
Impresionante,en septiembre empiezo a estudiar psicología!aunque ahora mismo me encuentre perdida,espero con tu ayuda,leer dentro de un tiempo este comentario que te acabo de dejar y “vivirlo” de otra manera más positiva! gracias a ti!!