El embarazo, es una etapa en la vida de la mujer, de profundos cambios, tanto a nivel físico como a nivel psicológico. Todo esto regado, por un desbarajuste sustancioso de hormonas, que en la mayoría de los casos influirán de manera potente en el estado de ánimo de la embarazada, sin poder remediarlo.
El llanto repentino, la sensibilidad agudizada, la ira descontrolada, pueden empañar tu estado de buena esperanza, si no lo gestionas de manera correcta. ¿Cómo hacerlo? Pues sin dudarlo, aceptándolo como parte del proceso, sin dejarte arrastrar en exceso, y sabiendo que las hormonas están haciendo de las suyas. No hay que preocuparse.
Otra de las reacciones más comunes a nivel psicológico/físico en las embarazadas, puede ser la ansiedad. Esta puede estar mediada por multitud de factores, y originarse desde el comienzo de la gestación. Las causas más comunes son:
1. Enterarse del embarazo de sopetón sin haberlo planeado: No pareja estable, problemas económicos, otros proyectos vitales, etc. Una vez valorados pros y contras, ten claro que la decisión de ser madre, corresponde solo y exclusivamente a ti. Una vez decidido lo que vas a hacer, no te arrepientas de nada, y respétate en todo momento.
2. Influencia de las hormonas: Los cambios hormonales, tanto al inicio cómo al final del embarazo, pueden originar síntomas físicos de ansiedad, sobre todo, falta de aire y sensación de ahogo. Esto también puede deberse, a las dificultades en la recta final, que tienen tus pulmones para expandirse por la falta de espacio. La sensación corporal resultante, puede ser idéntica a la de un ataque de ansiedad. Ponte cómoda siempre que sea posible y respira hondo.
3. Pensamientos acerca del futuro: ¿Seré buena madre? ¿Podré seguir desempeñando mi labor profesional? ¿Mi vida será un caos absoluto? ¿Perderé todos los momentos para mí que tengo ahora? Estos pensamientos y muchos más del estilo, son frecuentes y normales. El cambio vital que vas a experimentar, es importante, y es lógico plantearse cuestiones acerca de tu desempeño en la educación de tu hijo/a, y en cómo gestionaras tu futuro inmediato, con una personita que dependerá de ti por completo, (sobre todo al principio). Piensa en positivo. Todas las madres han pasado por eso, y la humanidad sigue su curso. Tienes por delante un universo de cosas por aprender, pero… ¿Qué más da? Nadie nace sabiendo, y aunque el instinto jugará un papel fundamental (al menos eso dicen las madres “pro”), ningún niño viene al mundo con manual de instrucciones. No se trata de renunciar a nada de lo que actualmente es importante para ti, (trabajo, pareja, tiempo libre…) sino de ser flexible y adaptarte a los nuevos vientos que van a soplar. Diferente no es sinónimo de malo.
4. Miedo al parto: Este miedo, es muy común. Es el típico miedo a lo desconocido, a la incertidumbre que te da no saber a qué te vas a enfrentar (si eres madre primeriza). Habrá quienes te den mil consejos o también las que te hablarán de películas de terror, con toda su buenísima intención…
Tú a lo tuyo. Focalízate en respirar y disfrutar los días de embarazo que te quedan por vivir, porque pasan volando. Cuando llegue el momento de traer a tu pequeño/a al mundo, ya gestionaremos el dolor y pensaremos “quién me mandó a mí”. Ahora, piensa que físicamente estamos preparadas para esto de sobra. Mentalízate en relajarte y ayudar con todo lo que está en tu mano, para que tu hijo venga sanote y fuerte al mundo. No escuches información irrelevante y tóxica. Céntrate en el momento presente, y repítete el mantra: “Todo saldrá bien”. Piensa que son muchas las madres que repiten la experiencia, o sea que…no será tan terrible.
5. Cambios físicos: Aceptar los descomunales cambios físicos que sufre una embarazada, no es fácil para todas las mujeres. En ocasiones, si no relativizas y piensas que esto es un cambio necesario y temporal, tu autoestima puede verse dañada. La imagen corporal cambia y mucho, y es importante para llevarlo de manera positiva, el DISFRUTARLO y no dejar de cuidarse en la medida de lo posible, aunque estés embarazada. Come sano, y haz ejercicio moderado. No te hinches a bocadillos de panceta y bollos porque “no puedes remediarlo”. Si tienes hambre-gula recuerda que los kilos de más que cojas ahora, luego tendrás que soltarlos (si quieres claro), y que tampoco es sano coger excesivo peso, ni para ti ni para el bebé. Bebe mucha agua para no retener líquidos en exceso, no bebas bebidas gaseosas. Camina y como no, date algún capricho, no se trata de ser estrictos.
El metabolismo de cada mujer es diferente, pero si pones de tu parte y sigues siendo la misma persona que antes, sin excesos desmesurados, te sentirás más cómoda y menos pesada. Aunque ¡ojo!, no se hacen dietas estrictas ni tonterías. Habrá grasa que se haya instalado en tu cuerpo sin permiso y que antes no estaba ahí, y a lo mejor no has probado un dulcecico en todo el embarazo. No te preocupes, es normal y necesario. Son reservas que tu cuerpo guarda, para la lactancia.
En general, DISFRUTA y TÓMATE LA VIDA CON MÁS CALMA. De ti depende, que la espera sea dulce…
Espero que te sea útil este post ;). Para más dudas acerca del tema no dudes en ponerte en contacto conmigo.
Besitos y achuchones.
Sara
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