Escuchando mi voz interior, que a veces calla y me deja a mi merced, sin nada que me perturbe ni me de dolor de cabeza, me doy cuenta que aquello que más temía, que más me preocupó y me robó horas de sueño, pasó. Nuevas cuestiones asoman siempre por el cabecero, acechando, queriendo formar parte del libro gordo de lo que roba mi sonrisa.
A veces durante días, me propongo que solo puedan perturbarme durante horas, y tal vez, toda una hazaña, que lleguen a alterarme durante solo unos minutos.
Aquello que esperabas, que preparaste con mimo, que era lo más ilusionante, que iba a llegar, ya pasó. Lo que ahora vuelve a llenarte de entusiasmo también marchará. Porque todo pasa, todo llega. “No hay mal que cien años dure, ni cuerpo que lo aguante”, dice el refrán.
Pero también lo bueno, lo que nos da sentido a la vida, es efímero y está en continuo cambio.
Parece una reflexión con tintes desesperanzadores, lejos de mi intención.
La vida, todo aquello que un dia fue un mundo, para bien o para mal, pasa. De tu manera de interpretarlo, de sentirlo, de gestionarlo, dependerá que te deje huella y calado o que pase como una mosca pasa en verano por tu cara. Si quieres atesorar ese instante,esa experiencia, agárrala, vívela, prestando toda tu atención al momento presente, sin más. Exprime cada segundo y guardala en tu cajón de tesoros más preciados.
Si por el contrario quieres que pase, déjate mecer por el viento. Por muy huracanado que sea, si eres un junco no te tronchara, y al final, como todas las tormentas….pasará. ES TEMPORAL. Todo es temporal. Tu vida también lo es. No estarás aquí para siempre.
¿Lo has pensado?. Quédate con aquello que realmente te interese. Lo demás, déjalo marchar.
Todo pasará, todo llegará, todo cambiará.
Besos.
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