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Cuando la adicción se desarrolla, arrasa todo a su paso. El principal “daño colateral” suele ser el núcleo familiar del adicto, ya bien sean sus padres, hijos  y /o su pareja. Cuando el problema de adicción es crónico, la persona más cercana al adicto, generalmente aquel o aquellos que conviven con él y con quien tenga un vinculo emocional,  inicia un inevitable proceso de deterioro, que en la mayoría de los casos puede originar lo que llamamos codependencia. La codependencia, es una adicción al adicto, quedando sujetos emocionalmente a su estado emocional; si el adicto está bien, yo estoy bien, si está triste o furioso yo estoy mal.

Las conductas empiezan a tornarse de sobreprotección y /o control exclusivo, llegando a sentir la persona codependiente que la responsabilidad e incluso la culpa de que el adicto consuma o recaiga es suya. Todo gira en torno a la persona adicta, el codependiente, deja de lado sus propias necesidades y deseos, para vivir la vida de su pareja, hijo, padre…con problemas de adicción.

Si la persona adicta es su pareja, se pierde el rol de pareja, para convertirse en padre/madre, tomando decisiones por la persona adicta, reforzando de esta manera la irresponsabilidad del adicto, que se escuda en esa sobreprotección y en su enfermedad para no tomar decisiones, ni responsabilizarse de sus actos.

Por tanto, la persona codependiente, en su afán por salvar al adicto, comienza a emitir conductas inadecuadas, que no solo no ayudan, sino que refuerzan y agravan la adicción y le  van deteriorando a sí mismo.

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Comienzan a justificar e incluso a cubrir o mentir por él/ella, para librarle de consecuencias negativas, discuten a menudo con el adicto, facilitando su negación del problema y su resistencia. En otros casos, por no discutir o evitar malos ratos, la adicción se convierte en un tema tabú, un secreto a voces,  y la familia normaliza e integra con resignación y conformismo las conductas del adicto.

En otros casos, se llega a ayudar económicamente al adicto para que consuma, por miedo a la agresividad o las fuertes discusiones que el síndrome de abstinencia puede originar. Esto es común en padres de hijos adictos.

La persona codependiente además en la mayoría de los casos ve como su estado físico y mental se deterioran progresivamente, originando problemas de ansiedad, depresión, problemas físicos asociados como el insomnio, el aumento o disminución del apetito, problemas gástricos, dolores de cabeza, etc, propiciando también el desarrollar ellos mismos una adicción, en su intento por controlar su maltrecho estado psicológico; fármacos, tabaco, alcohol o incluso otras sustancias pueden ser las vías de escape de la persona codependiente, convirtiéndose a su vez en otra adicta.

La dependencia emocional puede ser previa, es decir, estas personas en muchos casos, presentan un perfil de personalidad que les propicia el estar cerca o el emparejarse con personas con problemas de adicción, para,  protegiendolos, sentirse útiles, sentirse imprescindibles, manteniéndose en estas relaciones por un profundo miedo al abandono y a la soledad. Incapaces de poner límites, facilitan la vida parásita del adicto, a costa de su energía vital y en la mayoría de los casos de sus ingresos económicos.

Ni que decir tiene, que la autoestima está gravemente dañada en aquellos que han desarrollado una codependencia, sintiéndose frustrados e impotentes ante la cruel adicción. Su sentimiento de incapacidad  y su creciente dificultad para disfrutar de lo que antes les gustaba, va calando en su cuidado personal y en su autoconcepto, sintiéndose personas inferiores y atrapadas en un calvario “que les ha tocado vivir”.

Esta relación patológica y obsesiva con el adicto, origina problemas en las relaciones con los demás, a veces incluso con la propia familia en su afán de protección y salvaguarda del adicto y en casos más graves, aislamiento social absoluto.

La recuperación de un adicto es posible, pero depende solo y exclusivamente de su esfuerzo y su lucha. Se puede acompañar al adicto, tenderle la mano y hacerle ver que estamos ahí apoyándolo, pero en ningún caso, es responsabilidad de nadie más que de él mismo el salir de la espiral de la adicción.

Si tu pareja, amigo o familiar está sufriendo una adicción, no juegues a ser un héroe. Ponte en contacto conmigo, juntos será más probable.

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Categorías: Adicciones

Sara

Enamorada de la vida y de las pequeñas cosas.

2 comentarios

Alicia · 30 marzo, 2019 a las 22:17

Yo estoy pensando en cómo puedo yo ayudar al dicto si él no quiere, sería posible ayudarle aún en contra de su voluntad?

    Sara · 3 abril, 2019 a las 12:10

    Hola Alicia te remito al un post en esta misma página que se titula ¿cómo ayudar a un adicto?. Pero te adelanto que si la persona carece de motivación, el cambio no será posible en ese momento. El adicto tiene que tomar conciencia de sus dificultades y reconocer que tiene un problema y que quiere ayuda, sin eso no es viable. Un saludo.

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