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Ya sabéis lo que me gusta la Real Academia. Desde pequeña, siempre buscaba cosa en el diccionario, me fascinaba lo gordos que eran, y el montón de palabras que habría dentro…. (Y mira que en aquel entonces no se habían aceptado aun “wasap”, “almóndigas” ,“muslamen” ni muchas más riquezas de nuestro vocabulario…)

Pero ese, es otro tema. Vamos a lo que nos ocupa. Olla a presión, tenemos todos. O nuestras madres. Hacen unos cocidos y unas lentejas, entre otros, de rechupete. La RAE la define como: “Recipiente de metal, con cierre hermético, para que el vapor producido en el interior, regulado por una válvula, cueza los alimentos con gran rapidez”.

De siempre es sabido, que la válvula no puede taparse y además hay que asegurarse de que siempre está limpia y no se obstruye. Porque si se obstruye, el vapor del interior se acumula y…

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Estallido asegurado. Peligro de primer nivel, para todos aquellos que estén cerca de la olla. Si el contenido son garbanzos, puede que vuelvas a contarlo, pero si en su interior hay por ejemplo, clavos….eso ya es arena de otro costal.

Y ¿por qué te cuento hoy cuestiones de seguridad culinaria? Pues por una sencilla razón. Todos podemos convertirnos en peligrosas ollas a presión, si no cuidamos nuestras válvulas.

Las conocidas como “Emociones negativas”, son parte de nuestro día a día. La verdad es que no entiendo ese empeño en llamarlas negativas. Si están ahí, si son naturales. Lo importante es saber manejarlas, no dejar que se nos vayan de las manos. No echarlas al saco y pretender seguir funcionando con frustración, miedo, ira, tristeza, envidia, celos…. En nuestro saco del amor. Ahí, acumuladitos.

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Convertirte en budista y alcanzar el nirvana, ya te digo yo que no es fácil (si estas en ello, no te desanimes eh, que conste…) pero lo que si es viable, no sin una gran dosis de trabajo personal, es ir con tu válvula bien limpia por la vida. Porque si no lo haces y explotas, no solo te dañaras a ti mismo, sino que la onda expansiva, alcanzará a los que estén más cerca de ti. Que por norma general, estos suelen ser, los que más quieres. Menuda faena.

Para limpiar tu válvula (o gestionar tus emociones adecuadamente, en un lenguaje un poco más técnico) es preciso tener en cuenta algunas cosillas:

  1. Aprende a vivir con las emociones que no te agradan tanto. No puedes pretender ser siempre un flower power, porque esto no es real. La vida no es de color de rosa y tarde o temprano te sucederá algo que de cómo resultado tristeza, ira, bajón… esa es la mala noticia. La buena, es que es genial. Porque esto indica que estás vivo. Date un día de margen. Pero al día siguiente, plis plas. A seguir pa´lante. No hay que remover lo que tú ya sabes, que si no huele muy mal.
  2. Si notas que estas cargadito de mal rollo o que no te aguantas ni tú. PARA. Párate. No pasa nada por pararse un segundo. Respira. Piensa en positivo. Problemas cero. Soluciones. ¿Tiene solución? Seguro que si, pues a ello. Si no tiene…déjalo estar. No depende  de ti. Haz algo que sepas que te carga de energía “Si claro con la mala os… que manejo yo ahora”. Pues si. Ahora es cuando más lo necesitas. Oblígate. Sal a correr, sal a tomar algo y a despejarte, date un baño, grita en un acantilado, ponte una peli de humor, zámpate un helado…qué se yo. Dale al pause.
  3. Saber identificar las emociones “negativas” cuando llegan y saber comprenderlas, es una tarea que tiene su curro. Conócete. Si no empleas tu tiempo en eso…¿Quién puñetas lo hará?
  4. Habla. Con tu amiga de confianza, con tu hermano, con tu madre, con tu terapeuta (para eso estamos, no te engañes)…y descarga. Habla solo una vez del tema. No lo cuentes cada día, en cada cita y a cada persona que veas. No seas masoca. Ni cansino. Dicho sea de paso. No hay nada más molesto, que una persona que cada vez que quedas con ella, te canta la miiiisma canción. La misma. Y no pone remedio. Y no asimila. Y dale que te pego. Eso no es desahogarse. Eso es tortura.

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Es mejor prevenir que curar. No te arrepientas después de haber liado la hecatombe, cuando estalles. Igual que un coche pasa sus revisiones, tú debes pasar las tuyas. Tus inspecciones técnicas. Pero en vez de cada dos años, cada mes. Como mínimo. Habla contigo mismo, y limpia tu válvula.

Más trucos de limpieza de válvula serán bienvenidos 😉


Sara

Enamorada de la vida y de las pequeñas cosas.

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