Alrededor de los 18 meses de edad, y tras dominar la verticalidad (cuando el niño ya anda con facilidad, la edad es orientativa) los niños experimentan un periodo sensible que María Montessori llamó el del máximo esfuerzo.
Un periodo sensible, es aquel en el que el niño muestra interés repetitivo por algo. Siempre son oportunidades para evolucionar y/o aprender destrezas nuevas. Por eso, es muy importante observar al niño y darle la oportunidad de hacer lo que le interesa.
En esta etapa, podrás observar como el pequeño adquiere una gran fuerza en proporción con su tamaño y muestra un gran interés en coger y/o arrastrar cosas de grandes proporciones y pesadas. Se esfuerzan al máximo para conseguir hacerlo, contando con toda su energía y sus recursos (al contrario de lo que nos pasa a la gran mayoría en la etapa adulta :))
En nuestro desconocimiento, pensamos que el niño no es consciente de su incompetencia para hacerlo y caemos en el error de evitar que lo haga, diciéndole incluso “eres muy pequeñito aún para mover o coger esto”. Con este gesto inocente, les impedimos que su desarrollo sensoriomotriz evolucione de manera óptima. Y no solo eso, permitiéndoles que se esfuercen hasta los límites que ellos consideren oportunos (obviamente hablamos en términos seguros, no podremos permitirles algo que suponga verdaderamente un riesgo para ellos), les hacemos sentirse competentes y capaces, algo sumamente valioso en la construcción de su autoconcepto y de su autoestima.
Si desde bien pequeños les decimos que no pueden hacer esto o aquello por sí mismos, ya estamos poniendo nuestro granito de arena en su personalidad y en la creencia de que no pueden hacerlo solos, generando inseguridades y miedos.
Si puede o no, déjale que lo descubra por sí mismo. Muy probablemente te sorprenda la fuerza y destreza que tienen a esta temprana edad.
La idea es confiar en sus posibilidades y permitirles completar su desarrollo a su ritmo.
0 comentarios